Escuchamos y decimos “vive el presente” con el significado de disfruta, desinhíbete, déjate llevar, no sufras. Equiparamos “vive el presente” con “sé feliz”.
Sin embargo, en nuestro presente también ocurren cosas desagradables, situaciones que nos causan dolor. La vida pasa y nos toca.
El objetivo sería más bien “estar presente”.
«Estar presente» no es tanto estar bien, sino descubrir y entender la realidad del momento para afrontarla con una mayor serenidad y sabiduría.
La presencia se define en la R.A.E. como “el estado de la persona que se halla delante de otra u otras o en el mismo sitio que ellas”. En su etimología, la palabra «presencia» viene del latín “presentia” y significa «cualidad del que está delante».
Entonces, ¿Cómo es nuestra presencia en los lugares y situaciones en los que estamos? ¿Cómo es nuestra presencia ante las personas que tenemos delante?
Para estar presentes son necesarias tres competencias clave que es necesario practicar:
- Atención. Una escucha consciente de lo que sucede, prestando una atención concreta, sostenida, deliberada y sin juicio al momento, a lo que sucede.
- Actitud. Libre de juicios, de expectativas, de quejas, de preocupaciones, de comparaciones. Actitud de escuchar en silencio.
- Intención. Qué busco con mi presencia. Acoger, expandir, sumar, conocer, reconocer… Qué elijo para mi corazón.
Desde la presencia construimos espacios más amplios para nosotros y para los demás.
Cuando no estamos en la presencia, solemos estar en el control y desde el control no podemos crear espacios de calma y serenidad para acoger al otro y lo que sucede. Hacia atrás o hacia delante, preocupados por el pasado o por lo que va a suceder estamos ausentes de lo que está ocurriendo y los demás se vuelven inexistentes a nuestra mirada.
Por el contrario, cuando estamos presentes nos hacemos amigos de la incertidumbre y permitimos que las cosas sucedan. Estamos dispuestos a no saber y asumimos riesgos. Y cuando asumimos riesgos nos volvemos más creativos.
Sin embargo, la presencia no es solamente “nuestra presencia”, donde estamos presentes con atención, intención y actitud hacia el otro. La presencia también es “hacer valiosa la presencia del otro”
Y ¿Cómo hacemos valiosa la presencia del otro?
Estas son algunas herramientas que podemos utilizar para poner en valor la presencia del otro:
- Crear y potenciar espacios de silencio para el encuentro con el otro. Evitar las distracciones cuando estamos con él.
- Escuchar sin juzgar. Escuchar para comprender, no para responder.
- Generar seguridad y confianza, siendo abiertos y flexibles a lo que es el otro, sus miedos, sus desafíos, su vulnerabilidad.
- Respetar el tiempo del otro, sus ritmos, sus silencios. No tener prisa
- Mostrar curiosidad, admiración e interés real en lo que el otro comparte con nosotros, en su punto de vista, en su perspectiva, de forma genuina y auténtica, para conectar íntimamente con él.
La presencia es uno de los más bonitos regalos que nos podemos hacer a nosotros y a los demás. Nos hace estar más atentos, más amables, más compasivos y más bondadosos. Siempre sale al encuentro. No se hace esperar. Nos viene a buscar.
Aprendamos a disfrutar de este valioso regalo.
Feliz día
Inma Marco. Coach
Fuentes: “El lenguaje de la felicidad” Luis Castellanos. “Distinciones de Coaching” Silvia Guarnieri y equipo EEC. “Mindfulness para principiantes” Jon Kabat-Zinn