Los seres humanos compartimos con otros seres vivos ciertos aspectos fundamentales como respirar, comer o dormir. Estos aspectos podemos elegir cómo hacerlos, pero no podemos elegir tenerlos o no. Podemos elegir cómo o qué vamos a comer, cuando dormir o cómo respirar, pero no podemos elegir si lo vamos a hacer o no.
Otros aspectos fundamentales que tenemos como seres humanos son pensar o emocionarnos. Las emociones y los pensamientos tampoco podemos elegir si tenerlos o no. Somos seres emocionales tanto como racionales. Todos tenemos emociones y pensamientos, independientemente de cómo los expresemos dependiendo de nuestro carácter, nuestra cultura y nuestra experiencia.
Por otra parte, somos seres en acción, entendiendo por acción un comportamiento intencionado, con un propósito (independientemente de que haya o no un movimiento observable).
Los pensamientos, la emocionalidad y el comportamiento o acción son la tríada que conforma lo que somos como personas, nuestro “ser”.
Sin embargo, hay otro aspecto fundamental que nos caracteriza a los seres humanos y es la capacidad de expandir nuestro ser, de hacer de nuestra vida un camino para crecer, desarrollarnos, ser distintos y mejores de lo que inicialmente eramos. Este aspecto sería el sentido.
El sentido es el para qué, el propósito que le damos a nuestra existencia, el legado que queremos dejar.
Además de lo anterior, el buen vivir (vivir la vida en plenitud, distinto de lo que normalmente entendemos por vivir bien) está basado en dos valores fundamentales (situados en dos dominios diferentes):
- En un dominio individual sería el amor. Los seres humanos alimentamos nuestra felicidad a través del amor, de la capacidad de amar a otros y se ser amados por otros.
- En un dominio social sería el respeto mutuo: la aceptación de nuestras diferencias en la medida en que esta aceptación no conceda legitimidad a la falta de aceptación que otros tengan con los demás.
Para una vida en plenitud, al amor y el respeto sumaríamos el compromiso con nuestra transformación. Siendo de una determinada manera tenemos la posibilidad de transformarnos. Sería lo que entendemos como el devenir.
Como decía el filósofo Nietzsche “No somos solo lo que estamos siendo, somos también una promesa proyectada a futuro”.
El equilibrio del “ser” consiste en alinear lo que pensamos, lo que sentimos y lo que hacemos con un propósito, con un sentido.
Para el autor, conferenciante y referente en desarrollo personal Alex Rovira hay tres fuerzas para expandir nuestro “ser con sentido” (las tres Cs.).
Las tres Cs serían:
- La coherencia. Es estar en sintonía entre lo que pienso y lo que hago. Como dice Alex Rovira “No prediques, tu hijo te está mirando”
- La consistencia. Estar en armonía entre lo que pienso y lo que siento.
- La congruencia. Estar en armonía entre lo que siento y lo que hago.
La suma de estas tres fuerzas: coherencia, consistencia y congruencia, con un sentido de vida, da como resultado el amor, el respeto y la transformación.
Tomar conciencia y alinearnos en lo que pensamos, sentimos y hacemos con un sentido de vida (a nivel individual y a nivel social), es una manifestación de amor hacia uno mismo, hacia los otros y hacia la vida. Es vivir en plenitud.
Feliz día