En algunas culturas que llamamos primitivas, cuando alguien transgrede los modos y las costumbres que les son propios no lo resuelven con el castigo como es costumbre en nuestra cultura occidental, se resuelve con alguna práctica de reincorporación al transgresor, de forma que se recupere el equilibrio del sistema social.

Cuando presenciamos esa conducta nos parece sabia.

Pero, ¿Qué es la sabiduría? ¿Cuándo hay sabiduría?

En lo que llamamos “la sabiduría de la naturaleza”, lo natural es que todo ser vivo, cualquiera que sea su modo de vivir, viva en coherencia con el ámbito de interacciones que lo hace posible y cuando esa coherencia se pierde se desintegre.

“La sabiduría humana” también es vivir en coherencia. Es vivir en coherencia entre el pensar, el sentir y la acción de una forma consciente. La sabiduría humana es un aspecto central y natural de los seres humanos como seres vivos que somos.

Por ello, cuando esta sabiduría humana se pierde empezamos a vivir y convivir con el sufrimiento.

Cuando las personas vivimos centradas en un pensamiento lineal causal, creemos que los problemas humanos son la falta de conocimiento e información,  que los problemas pueden y deben resolverse de manera racional.

En esa actitud devaluamos las emociones, declarándolas opuestas a la razón.

Sin embargo, es en la emoción desde donde se realizan nuestras conductas, desde donde tomamos acción las personas.

Siempre que actuamos, sea de manera consciente o inconsciente, lo hacemos desde nuestros deseos, ambiciones, envidias, preferencias y miedos, aunque afirmemos que lo hacemos desde alguna argumentación racional.

Por ejemplo, si vamos a construir un puente, el problema, si lo hay, no está en el diseño del mismo, sino en las discrepancias interpersonales sobre las condiciones que ese diseño debe satisfacer. El problema está en la presencia de intenciones o deseos contradictorios entre las personas que deben decidir o quieren decidir la ubicación del puente.

Tal dificultad no se resuelve desde la razón. Se resuelve desde la reflexión que se genera en un espacio de relaciones donde las emociones contradictorias desaparezcan.

En el ejemplo anterior, la sabiduría surge cuando las conductas de las personas que deben decidir sobre el puente entrelazan compresión y conocimiento, cuando se hacen cargo de su emocionalidad con lo que están viviendo y actúan para dejar el control y crecer en confianza.

La sabiduría: ¿se aprende, se estudia o es un don?

La sabiduría no es un don divino, es un modo de ser humano y, como tal, se aprende viviéndola.

Para ello, nuestra vida, tanto en la reflexión como en la acción, tiene que realizarse desde la emocionalidad del amor.

El amor no entendido como un sentimiento, como bondad o como generosidad.  El amor entendido como el respeto y aceptación de la legitimidad de todo fundamento para preguntar y explicar, entendido como la aceptación del otro como legítimo otro.

El amor es la coordinación de acciones que tiene como consecuencia la aceptación mutua, es la emoción sobre la que se constituye todo fenómeno social.

A vivir con sabiduría aprendemos desde la práctica. Practicar la coherencia entre lo que pensamos, lo que sentimos y lo que hacemos, de forma consciente, respetar al otro como legítimo otro y respetar la sabia coherencia de la naturaleza de la que formamos parte.

Feliz día

Bibliografía: «La objetividad, Un argumento para obligar». Humberto Maturana

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