Las personas queremos que se confíe en nosotros, respondemos a la confianza, nos crecemos con ella. La confianza es la manera más efectiva de relacionarnos y de trabajar con los demás. También es la mejor manera de lograr resultados.

La mayoría pensamos que la confianza es un tema de carácter, sin embargo, esto es un mito. La confianza depende de dos cosas: el carácter y la competencia.

El carácter comprende la integridad, las motivaciones, las intenciones con las personas. La competencia comprende las capacidades, las habilidades, los resultados y la trayectoria. Ambos, carácter y competencia, son esenciales para construir confianza.

Podemos pensar que una persona es sincera y honesta, pero no confiar en ella plenamente hasta que logra resultados. Y, al contrario, una persona con una buena trayectoria que no es honesta hará que no confiemos en ella. Podemos decir que el carácter es una constante para la confianza, mientras que la competencia es situacional, depende de lo que exige cada circunstancia.

Desde la teoría de la ética sería haz lo correcto (carácter) y logra que se haga lo correcto (competencia).

Mejorar el nivel de confianza de cualquier relación siempre va desde dentro hacia fuera, desde uno mismo hacia los demás.

Stephen M.R. Covey, en su libro “La velocidad de la confianza” nos habla de que la clave radica en aprender a navegar por lo que él denomina “Las cinco olas de la confianza”, y que son:

  • Confianza en uno mismo
  • Confianza relacional
  • Confianza organizacional
  • Confianza del mercado
  • Confianza de la sociedad

La primera ola, la capacidad de tener confianza en nosotros mismos comprende la capacidad de marcarnos objetivos y cumplirlos, de hacer aquello que decimos y la capacidad de inspirar confianza en los demás.

El principio fundamental que subyace en la confianza en uno mismo es la credibilidad. Credibilidad viene del latín “credere”, creer.

La credibilidad se basa en cuatro pilares: la integridad, las intenciones, las capacidades y los resultados

La segunda ola es la confianza relacional. El principio fundamental que subyace a esta confianza es la conducta coherente. Para Covey hay trece conductas clave habituales en los líderes de cualquier parte del mundo que poseen un alto nivel de confianza.

La tercera ola es la confianza organizacional. Podemos trabajar en equipos en los que confiamos, pero en organizaciones en las que no confiamos. La clave para generar este tipo de confianza en las organizaciones es la alineación. Crear estructuras, sistemas y símbolos de confianza generará siete enormes dividendos de confianza para la organización.

La cuarta ola, la confianza en el mercado, tiene el principio subyacente de la reputación. Comprende tanto la marca de la empresa como la marca personal

La quinta ola, la confianza en la sociedad, comprende la creación de valor para otros y para la sociedad en general. El principio subyacente es la contribución. Devolver a la sociedad aquello que nos ha ofrecido.

Navegar por las cinco olas de la confianza desde los principios de la credibilidad, la coherencia, la alineación, la reputación y la contribución hará que vayamos construyendo una confianza más sólida con nosotros mismos y con las personas y organizaciones de las que formamos parte.

En mi próximo post hablaré del principio que subyace a la confianza en uno mismo, la credibilidad.

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